Cuentan que el arquitecto japonés Tadao Ando, quien construyera el Teatro Armani de Milán, recuerda que, antes de la inauguración, el diseñador se sentó en cada una de las casi 600 butacas de la sala para comprobar el ángulo de visión desde cada una de ellas.
Giorgio Armani en dos palabras: elegancia y control.
A sus casi 90 años, la importancia en el mundo de la moda es inmenso. Desde que fundara su propia empresa allá por 1975, su legado se ha convertido en uno de los mayores referentes de la historia de la moda.
El origen de un imperio
Giorgio Armani nació en Piacenza, Italia, en 1934. Cuando tan sólo tenía cinco años estalló la Segunda Guerra Mundial y la industria local se convirtió en objetivo de los bombardeos aliados. No tuvo más remedio que emigrar y marcharse. Poco después de terminar la guerra, su padre fue acusado de colaborar con el régimen fascista de Mussolini.
A finales de los años 50, la familia se muda a Milan, donde Giorgio solo logró completar dos años de la carrera de Medicina, tras comenzar a trabajar como escaparatista en La Rinascente, unos de los grandes almacenes más elegantes de Europa. Allí aprendió algo que marcará su futura carrera: la importancia de conocer al público y entender la relación entre la ropa y el cliente.
Tras una temporada en La Rinascente comenzó a trabajar con Nino Cerruti como diseñador de su línea de moda joven, Hitman.
Una vez aprendido el oficio y con el apoyo de su pareja, el arquitecto Sergio Galeotti, crea su propia empresa Armani SpA, y fue entonces cuando logró su gran éxito, el traje desestructurado. La marca fue todo un éxito y ello provocó que Hollywood llamara a su puerta, y en la película American Gigolo se encargó de todo el vestuario, lo que supuso la catapulta definitiva hacia el estrellato.
Desde entonces, Armani ha sabido llegar a todos los públicos y bolsillos con distintas líneas de moda: Armani Jeans, Armani Junior y Emporio Armani. Incluso tiene líneas de cosméticos, fragancias y relojes.
“Tener elegancia no significa destacarse, sino ser recordado” Giorgio Armani
Uno de los episodios más fatídicos en la vida del diseñador italiano, es el fallecimiento de su pareja Sergio Galeotti en 1985 debido a una complicación pulmonar, con lo que se ve obligado a gestionar en solitario la empresa que ambos habían creado, además de sus funciones como diseñador.
La escala monumental del mito se completa con gigantescos carteles publicitarios que empapelan las ciudades, y poco a poco, con una oferta que va abarcando todos los ámbitos: perfumes, ropa, e incluso muebles y objetos de decoración. Y no olvidemos mencionar su fructífera colaboración con la industria del cine y sus estrellas.
Estrellas del cine como Richard Gere, Brian de Palma, Julia Roberts, Cate Blanchett, Diane Keaton, Jodie Foster, Tom Hanks, Denzel Washington, Billy Crystal, o artistas del mundo de la música como Lady Gaga o Katy Perry han vestido sus diseños en numerosas entregas de premios y deportistas como Cristiano Ronaldo, David Beckham o Rafa Nadal son imagen de sus campañas.
Tal es la fama y el éxito del diseñador que en 2013, el alcalde de Nueva York declaró el 24 de octubre como Día Giorgio Armani, honorando de esta forma la contribución de Armani a la economía local y apoyo a las escuelas públicas.
“Armani hace todo lo que puede para destruir el mito del creador y presentarse como un profesional de la industria de la moda. Ningún otro diseñador en Italia personifica de igual manera la figura del patriarca heroico y solitario”, comentaba John Potvin en su libro Giorgio Arani: Empire of the Senses.
Siempre tan lejos, pero siempre cerca.
Ese es el secreto de la eterna juventud de Giorgio, y una forma de explicar, paradójicamente, su aura casi religiosa. Porque, al fin y al cabo, hablamos de unos de los pocos hombres cuya prioridad siempre ha sido vestirnos para la vida real.